El proyecto que
presentamos para el C.I.T. de Lácara – Los Baldíos debe ubicarse en un nuevo
solar producto de la segregación de la actual parcela de la Escuela Taller
‘Adelardo Covarsi V’, en el entorno de la Plaza de San Vicente, situada en la
periferia norte de la villa de Alburquerque (Badajoz). Este emplazamiento,
aunque periférico, se inserta en un entorno urbano consolidado, de uso
exclusivamente residencial, que se articula alrededor de la citada Plaza de San
Vicente, un espacio amplio y generosamente ajardinado. La nueva parcela
disponible es un rectángulo de 39,34x19,70 m, situado en la trasera de la
Escuela Taller y separado 3 metros de ésta, que va descendiendo desde la cota de
la plaza hasta la calle García Lorca (1,50 m aprox.).
El solar, pese a contar con tres fachadas,
se encuentra “escondido” tras el
edificio existente, sin una clara visibilidad desde la plaza de San
Vicente, que resulta el lugar de acceso natural a esta zona, tanto rodado como
peatonal. La conexión con la misma se realiza a través de dos calles laterales
de distinta anchura que se convierten en el acceso lógico al nuevo edificio
público que se propone. Es desde estas calles laterales, y su relación visual
directa con la plaza, desde donde el nuevo CIT debe hacerse visible a los
usuarios, puesto que las tres fachadas de la parcela se enfrentan a calles
residenciales de baja altura y escasa escala urbana. Además de lo anterior, la
otra fundamental característica del solar se hace evidente con la visita al
mismo: las espléndidas vistas del
Castillo de Luna que corona la localidad, y que dotan a la planta superior
del futuro edificio de un entorno de trabajo de calidad ambiental y
representativa insuperable.
De esta manera dos
decisiones consecuentes con el contexto descrito determinan el proyecto: por un
lado, conectar las dos calles de acceso
laterales mediante un patio que divide la parcela en dos, y por otro
colocar el grueso del programa en una
pieza de dos alturas, con orientación sur y privilegiadas vistas del castillo,
que hace claramente visible el edificio desde la plaza. Esta implantación se
adapta además correctamente al entorno, pues separa el principal volumen
construido de la cercana Escuela Taller, y a la topografía de la parcela, ya
que la zona de mayor altura se localiza así en el fondo del solar, en la zona
de cota más baja, minimizando el impacto visual del nuevo edificio.
La volumetría
generada por este esquema presenta un edificio
claramente dividido en dos piezas: una más alta de dos plantas en el lado
norte, que se cierra herméticamente hacia las fachadas y se vuelca
completamente al sur, hacia el espacio interior del solar en primer plano y a
las espléndidas vistas al fondo, y una segunda más baja de una sola altura, que
a modo de medianera con el edificio existente, establece una transición de
escala con el mismo. Ambos volúmenes quedan unidos en el centro por una pequeña
pieza de acceso que se inserta en el patio longitudinal que atraviesa la
parcela. Compositivamente, esta dualidad volumétrica queda reforzada por una
voluntaria dualidad formal: la pieza
mayor define con una geometría cartesiana un volumen nítido y sencillo,
mientras que la más baja busca una apariencia facetada y angulosa, que llena de
matices el vacío central, resultando el conjunto final de la coherencia y
potencia visual necesarias al carácter del edificio.
Coautores: José
Antonio Plaza, Fernando Garrido y Juan Carlos Herrera