La edificación se ubica a los pies de la vía principal de comunicación que cruza el pueblo de Cala, en un lugar casi fronterizo entre las provincias de Huelva y Badajoz, en la Sierra Norte. Esa disposición lineal de las edificaciones respecto a la carretera, propicia lo que sucede en las crujías traseras: tras la edificación, sólo hay campo. El edificio hace de charnela entre el ruido y el silencio, entre el movimiento y la contemplación.
Se busca convertir la casa unifamiliar tradicional de una
sola planta y secadero bajo las dos aguas de la cubierta, en un pequeño
alojamiento rural. Por ello, la recuperación y adaptación del vacío trasero es
algo primordial.
Tipológicamente se lleva a cabo una labor de acupuntura,
respetando al máximo todo lo que no sea prescindible, algo que busca disminuir
el coste de la intervención al mínimo. La intervención más importante será la
apertura de un nuevo espacio de centralidad, el patio, del cual carecía la
vivienda popular, que se organizaba secuencialmente mediante crujías sucesivas.
Este patio también va a ser un elemento de control climático, amortiguando la
amplitud térmica frecuente de estas latitudes. Por otro lado, para poder
aprovechar la “semiplanta” del secadero, y dada la necesidad de sustitución de
la cubierta, se eleva ésta hasta alcanzar un mínimo habitable en la planta
alta.
Coautores: Juan Carlos Herrera y Fernando Garrido
Coautores: Juan Carlos Herrera y Fernando Garrido
